21 de junio de 2024

Deficiencias en la Gestión de Infracciones en CIMACI: La Credibilidad en Juego

En un reciente y lamentable episodio dentro del evento ciclista organizado por CIMACI, la falta de acción frente a los corredores que infringieron la normativa dejó en evidencia las deficiencias de la directiva y puso en tela de juicio la integridad de la competición.


La normativa, que fue aprobada por el 100% de la directiva de CIMACI, establece claramente que los ciclistas no pueden llevar acompañantes de su equipo durante la prueba de contrarreloj. Las consecuencias por violar esta regla son la eliminación inmediata del ciclista infractor y una sanción económica de 10,000 pesos para su equipo. No obstante, a pesar de la claridad y la unanimidad en la aprobación de esta normativa, los directivos no han actuado conforme a lo estipulado.


El problema radica en la falta de ejecución de las sanciones. Aunque la normativa no especifica un tiempo límite para la presentación de impugnaciones, la demora de dos días para emitir las sanciones ha sido objeto de controversia. Lo que es más preocupante es la renuencia de algunos miembros de la directiva a aplicar las sanciones acordadas, lo cual refleja una debilidad en la toma de decisiones y compromete la credibilidad del evento.


Esta situación deja al descubierto la falta de firmeza y cohesión en la directiva de CIMACI. Los directivos parecen titubear a la hora de hacer cumplir las normativas que ellos mismos han aprobado, lo que no solo socava la autoridad de la organización, sino que también envía un mensaje equivocado a los participantes y al público en general. La inconsistencia en la aplicación de las reglas sugiere una falta de compromiso con los principios de equidad y justicia que deben regir cualquier competición deportiva.


Es imperativo que la directiva de CIMACI recupere el control y actúe con decisión. Las normativas aprobadas por la directiva no deben ser meros adornos burocráticos; deben sustituir y prevalecer sobre cualquier regla preexistente. La integridad del evento ciclista y la confianza de los participantes dependen de la capacidad de la directiva para imponer las sanciones necesarias de manera oportuna y coherente.


En conclusión, la directiva de CIMACI tiene la responsabilidad de garantizar que las normas se respeten y se apliquen sin excepciones. La falta de acción no solo perjudica a los competidores honestos, sino que también daña la reputación de la organización. Es momento de que los directivos dejen de titubear, tomen las decisiones necesarias y demuestren que tienen el pulso firme para mantener la integridad de la competición.



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